Pensé que era perra hasta que...

tuve como mascota un canino... Era fiel, obediente, si hacía algo mal -como romper mis pantuflas- lo regañaba y el agachaba la cabeza y se iba resentido por como lo trataba, pero no lo volvía a hacer, era tan dócil... Cada vez que me veía movía la cola de la emoción y se me lanzaba... Era feliz con solo que le rascará la panza y se conformaba con el poco de sobras que le echaba en la taza. Cuando lo soltaba para que saliera a la calle andaba con un montón de perros oliendo culos… Y en una de esas un carro lo atropelló, lo lloré tanto que decidí adquirir otra mascota… Una gata… No tenía ni un día y ya brincaba por toda la casa, se guindaba a las paredes, rompió montones de adornos, no comía sino tenía la taza limpia y me asustaba en las noches con sus ojos de par en par los cuales veía entre la oscuridad. Hacía berrinches y aruño todos los muebles… Amanecía entre mis cobijas aún cuando en la madrugada lo tiraba a su “caja” y la sinvergüenza se quedaba allí para que me molestase más. Caminaba silenciosa y casi de puntillas cuando sabía que había hecho algo mal (recuerdo la vez que se comió mi atún) y le enseño a otro gato a entrar por el techo… Pero lo peor de todo, era que cuando quería hacerle una caricias y yo creía que las quería –porque estaba cómodamente sentada- y ella no tenía ganas de que la tocará me daba un mordisquito de advertencia. Una vez pensé que jugaba y seguí acariciándola me mordía mas duro y se estira tanto que parecía que iba a saltar sobre mí… Esa tras que le dedicaba mis caricias solo las deseaba cuando quería, porque muchas veces mirando la tele venía y se me recostaba en la pierna y se rascaba con ella… Allí si quería caricias… Y desde ese día entendí que los mininos no aceptamos a otros en nuestro hogar… Así que o se quedaba ella o me quedaba yo… PD: ¿Regalo gata, la queres? Ñauuu