12 abr 2021

Una vez más

Él y yo hablabamos de su amigo, y como siempre vuelve con una mujer con la que nunca termina bien.
-Uno no se cruza varias veces con la misma gente por azar... Siempre tienen algo que enseñar... A veces es amor propio, o respetarse, o quizá perdonar, otras veces, es solo decir NO.

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Y sí, yo recordaba como mi pareja y yo, nos habíamos conocido 9 años atrás y no había funcionado, él siempre huía y yo dejaba que se fuera. Aún así, siempre que volvía yo siempre lo volvía a intentar...

La cotidianidad y la cercanía, nos hacía fácil estar juntos. Siempre ha sido sencillo estar juntos. Pero con ello también venía el hastío, sentirse estancado, por esa sencillez. -Creo que debemos terminar.
-Ok, creo lo mismo.

Terminábamos, volvíamos, terminábamos, volvíamos. Parecía que nadie salía lastimado, pero nada se resolvía con cada vuelta de hoja. Hasta una vez que ebrio, me gritó de todo. Palabras que nl espera, con dolor. Quería hacerme sentir mal, culpable. Todas sus acciones, fueron mi culpa.

Él "no lo recuerda", yo si estaba muy consciente, considero que los ebrios no mienten porque al apagarse la censura, se pierde el filtro y dicen/ hacen lo que tienen en su ser.

(Nunca ofendí a alguien ebria... Nunca hice una llamada a media noche... Nunca hice nada que me vergonzara, al día siguiente. No fui de esas, mi problema siempre ha sido, hablar de más y sin alcohol, pero esa es otra historia).

Desde esa vez, saqué las bebidas alcohólicas de mi vida, si iba a hacer o decir algo, lo iba a hacer o decir porque me nacía desde dentro hacerlo. (así de controlada me creía).

Estuvimos y finalmente después de varios meses mierda, él se fue... Pero seguíamos conectados porque sus cosas aún seguían en casa, etc. (ahora que lo cuento, no sé como no podíamos separarnos... Era extraño, cómo si tuviéramos que permanecer). El tiempo nos volvió a encontrar y tuvimos buenos meses...

Y así sin más, pasó una bomba atómica reviviendo todas las heridas que nunca sanaron... Por primera vez, yo fui la que abiertamente lo mandó a la mierda. Le hice un ritual de despedida, lo borré de todos mis espacios, hasta hacerlo desaparecer de mi vida.

Le debía dinero, así que tuve que contactarlo por correo electrónico (ni su número telefónico me quedó) para pagarle y así finiquitar cualquier vínculo... Él me contestó con veneno. No entendía...¿Cómo? ¿Si fue él generó todo el caos?

Recuerdo que le escribí correo qué él estaba muy loco para estar suelto, él herido cuestionaba mi amor ante su imperfección. No contesté más.

Tiempo después (un mes, dos... No sé). Empecé a ver un vídeo de YouTube que uno debía cerrar los capítulos "bien" y tener pláticas honestas desde el corazón y no desde el ego, o con el hígado.

Me sentí mal, porque siempre que no quise estar con alguien había terminado, en "buenos términos" y que aunque el contacto se perdió, era a alguien que podía saludar en la calle.

Con él había sido diferente. No quería ni verlo. Había dicho tanto, que creía que no tenía nada que agregar... Pero todo era negro. Había vivido tantos momentos con alguien, pero la negrura aparecía. Era mi manera de olvidarlo. Me vi apuntando todos mis enojos y molestias. Leía y tachaba... No, no eso no me enoja. Ésto sí, no, no... Eso tampoco... Y así, hasta que llegué a la raíz.

Mi molestia era que en sus acciones nunca vi amor ni ganas de construir una relación sólida a futuro. Él era calculador y daba el esfuerzo mínimo para estar en una relación de fin de semana. Un noviazgo de adolescentes. Mi amor había crecido, quería universos con él.

Una amiga me contaba cómo le había dado un ultimátum a su pareja, pero yo tampoco quería eso.

Obligar a alguien a elegir porque sino, me pierdes. Yo no quería una boda, ni hijos o una mascota conjunta... Pero tampoco seguir siendo la novia de los fines de semana. No podía obligarlo a que encajara en mis anhelos.

¿Y cómo yo podía expresar eso? Una semana lo pensé y repense, me monté un discurso, hasta tenía preguntas y respuestas... Si él dice ésto, yo le voy a contestar ésto.

Finalmente le dije... Estoy lista para conversar. ¿Puede venir el sábado?

Llegó, y se nos fue la tarde hablando de todo... Menos de lo que quería hablar, hasta que vi el reloj, me quedaban como 10 minutos para que él tuviera que irse.

Quedan 10 minutos, vamos a ver como resumo. Imaginaba que íbamos a vivir juntos, ser dos viejitos sentados en alguna hamaca, y empecé a buscar ese lugar... Usted siempre rechazó esa idea. Muy largo, muy caro, somos muy jóvenes. Acepté que usted no quería vivir en un planeta conmigo. Aún podía volar por el universo y lo hicimos. Siempre sentí obligación en sus actos, para verme "contenta" pero nunca vi que quisiera algo y aún así creí que nuestro amor iba a perdurar y firmé un ahorro a plazo con el banco, que ya no quiero ni puedo seguir pagando. Rechacé el matrimonio, porque nunca me gustó sentirme obligada. No podría prometer eternidad, el amor es un ejercicio diario y no quiero que alguien este a mi lado, porque así lo juró en un altar. Pero si su sueño es el vestido blanco y las damas de honor, yo lo haría sin chistar, pero sepa que mi amor trasciende todo eso. ¿Y usted quiere algo conmigo?

-Usted no me incluyó en el ahorro, lo hablamos y un día sin más, ya usted había firmado.
-Firmé 6 meses después de esa conversación.
-Parecía que esa era SU sueño y no me quería en él.
-No le pido que quiera lo que yo quiero. No voy a apresurar sus decisiones. No quiero una casa, quería NUESTRA casa, pero ya se acabaron los diez minutos. Piénselo, en un mes volvemos a hablar.
-No, no, no necesito un mes.
-Usted me dice cuando quiere hablar, ya sabe donde vivo.

Y sí, volvimos a hablar. Nuestros sueños eran "parecidos" pero no tenían la misma duración, ni el mismo color. Más altos, más bajos, más cortos, más largos. Yo decía ya y él ¿por qué tan rápido?

Yo decía esperemos.... Y él ¿por qué tan despacio?

Finalmente entendí que para llegar al mismo lado, hay varios caminos. Es gustoso caminar acompañado, pero hay viajes que hay que hacer solo. Y que la distancia hace que el deseo de reencontrarse sea más fuerte.



El amor se propaga

Hace unos años (dos o tres creo) la vida me dio un giro, de esos que marean y apesar de que estás en el mismo lado, todo es borroso, caótico (me vendaron los ojos, me dieron tres vueltas y tuve que darle a la piñata). Familia, pareja, trabajo, estudios, economía todo se vino abajo. Era cómo estar en la lavadora, con los trapos sucios del piso... 

Huí y me toco volver...  En el caos de no conocer mis emociones, tuve un accidente en bicicleta, que me detuvo aún más... Parecía que me habían pegado un puñetazo, la gente me veía con lástima y a los zapatos. Solo una persona abiertamente me preguntó: ¿Qué le pasó?

Me inscribí en clases de Raja Yoga y de Gnosis (Gracias). Conocí nuevas formas de pensamiento.  Youtube empezó a "medicarme" con charlas de autoayuda para sanar heridas, crecimiento personal, canales místicos, (Gracias).

Empecé a conectar puntos, cree conexiones con el universo (muy díficil describirlo). El mundo empezó a hacer ruido interno, de manera hermosa (como los truenos, o cuando el mar choca en las rocas). El viento empezó a susurrarme al oído. (Sin mentirles, se me eriza la piel al recordarlo). Sentí amor infinito, me uní con el universo y le canté sin decir una palabra. Me sentí vacía y llena (muy Arjona, lo sé, pero así fue).

Lloré tanto... Hasta que no hubo más lágrimas. El dolor no estaba más allí (nunca estuvo)...Solo había amor y un ego herido que necesitaba ser escuchado.

Siempre todas las terapias llegaban al mismo lado, solo que con otros términos... La felicidad viene desde la raíz y ya todos tenemos la semilla. 

¡Puta! Esa verdad fue, es y será durísima.

Aceptar que somos amos y señores de nuestra vida es díficil. Ni familia, pareja, dinero, profesión, amigos, o la etiqueta que le pongas, llenan los vacíos internos. Hay caos afuera, pero la vida es tan hermosa que no pone experiencias que uno no necesita aprender.  

Todo mi caos era mío y yo era la que decidía cargar esa mochila. Saqué esas piedras, la más grande decía: auto juzgarme. Pobre yo, que mala yo, que tonta yo... que van a pensar de mí...

Y así, desde entonces me estoy sacando el NO de la boca, abrazando todo. 

Ha sido un camino díficil de constancia, autoconocimiento, y duras verdades. 

La familia, pareja, trabajo, economía, se empezaron a resolver conforme fui abrazando y amando todo...
Y aún se sigue propagando.

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Ésto no es un cuento de rosas, y han sido dos, tres años de soltar, dejar ir, abrazar, amar, enojarse, expresar, explorar y volver a empezar.

(Como las películas, al final, lo que ha sucedido después de todo)...

Me ofrecieron el trabajo soñado con el doble del salario que tenía, eso sí un trabajo aburrido, tanto que me metí en cuanto comité había para tener mis días llenos... me despidieron por saltar unos procesos burocráticos y resolver "a mi modo". Estuve desempleada en pandemia. Nuevamente tengo trabajo, desde la casa: Aprendiendo que somos diferentes y hay espacio para todos.

Volví con un ex amor, aprecieron viejas historias, viejas heridas, cicatrizaron pero a veces vuelven a aparecer (mente de elefante, que recuerda trivialidades). Hubo la "conversación del siglo" y nos enteramos que a pesar de querer lo mismo, cada uno lo quiere construir de manera distinta y en un momento distinto, así que cada uno desde su trinchera está siendo un mejor ser humano, sacando miedos, para construir desde el amor.

Con mami paré dos veces en emergencia, por su descuidada salud, y en una conversación de dos adultas hablamos de responsabilidades y cómo sacarse los prejuicios. 

Así que eso, soy una adulta llena de amor, fortaleciendo raíces, sacando de la mochila las piedras y sabiendo que: como es arriba, es abajo, como es adentro, es afuera.

Todo se atrae, se propaga. Propaguemos amor. 

 “El hombre es un pequeño mundo, ya que, como el universo mismo, posee tanto mente como razón, tanto un cuerpo divino como un cuerpo mortal. Está dividido en concordancia con el universo”.