No sabía por donde comenzar... Así que empecemos por el final.
Mi primer cerveza la probé después de tener cédula (18 añitos) y no me gustó, en esa época (17 años atrás) hicieron una invento terrible, se llamaba Rock Ice con Limón, sabía a Alka Seltzer... Pero por beber, todo era aceptable... Total, no me gustaba la cerveza, eso no sabía a cerveza, pero valía lo que vale una cerveza.
Hasta que en un concierto en Palmares, me tocó beberme un six pack caliente... Nunca más probé una cerveza más. Luego vinieron los Bamboo (Ron con Coca Cola) que valían el doble de una cerveza y llegaban el triple... La fiesta, el desorden, la universidad, hiceron que me diera tanta gastritis, que tuve que dejar de beber gaseosas y toda una lista de comidas... Así que empecé a beber Ron con Té Frío hasta que un día (ese si no lo recuerdo) le agarré asco al ron, lo olía a la distancia y estaba vomitando. Papi celebró esa abstemia, le doné mis botellas de Capitan Morgan, en su momento.
Me pasé a la Smirnoff Ice Roja... Hasta que bajé mis porciones de azúcar y el paladar no aguantaba tanto dulce... El vodka no me sabía a nada y si le ponía jugo, me sabía a Kool Aid. (Omití otro tonto invento, las Cervezas Monkey, naranjas).
Finalmente dejé de beber en 2018, la vez que peor que me tratado en mi vida, una persona que considero especial se portó como un inepto y me dije que nunca más dejaría que el licor me hiciera hacer y decir ese tipo de estupideces (de eso, ya más de un año).
Con el cigarro, no... Allí nunca hubo amor, mi papá fumó tanto y pequeña tuve muchos problemas respiratorios, que la sola idea de un cigarro en mi boca, me hace vomitar...
Tuve un accidente de moto y quedé con el cerebro inflamado (un cuágulo de sangre se veía en el TAC) por eso me mandaron opiacidos y miles de antibioticos, los antibioticos para desinflamar, los opiacidos para apagar el sistema nervioso ya que estaba muy golpeada por el accidente. Vivía dormida, no podía hacer conversaciones coherentes, pero era más relajada, más tranquila. Eso sí, todo se me olvidaba. Me dijeron que los opiacidos eran adictivos y así fue... El día que los dejé de tomar, tuve vómito, dolor de cuerpo, mareos, me temblaba el cuerpo, sudaba frío. Los volví a consumir, todo volvió a la normalidad... Eso hizo que me diera miedo... Y dejé de tomarlos, hablé con el doctor que ya no eran necesarios y si podría darme de alta. (después de tres meses, todo el cuerpo me dolía, esos remedios me apagaban el sistema nervioso y hacían que durmiera mucho, porque mi cuerpo necesitaba descansar, pero tres meses en ese estado vegetativo fue suficiente... Y los boté).
Luego vino un momento de tristezas, y después de un accidente en bicicleta, con todo el cuerpo adolorio y la cara inflamada, probé una galleta de marihuaha... La detesté, el mundo me iba a segundo por hora... O más lento, el cerebro no me pensaba y solo quería estar sentada... Y mis conocidos se reían como tontos, no pude con esa escena.
En un intento, por resolver mi vida en pareja, buscamos ir a un convivio de Ayahuasca, para liberarnos de todos nuestros temores, nuestro pasado... Hicimos un grupo de amigos para ir... Al llegar, cancelaron el evento... Solo nosotros habíamos confirmado y por tanto no era rentable.
Me hablaron de las maravillas del LSD y como me iba a ayudar a canalizar mi vida, buscar mi propósito, encontrarme y conectarme con el todo... Pero ese, es un post que tiene mucha cola y más de 2 años de relación, así que ahora que lo pienso, mejor empecemos por el principio... Y olviden éste post, que lo hice muy abstemia.
Perdón por el Cantinfleo, pero cuando yo digo una cosa, digo otra... Y diría el curso de DARE:
DI NO A LAS DROGAS**
**Sin saber sus efectos.