Tengo tiempo de no contar historias... Se me había gastado los dedos, las ganas, todo. Estaba (¿estoy?) apagada, cómo seca. Drenada.
En ocasiones con el volumen alto, un poco de licor y pláticas sin pelos en la lengua hace que recuerde alguna historia que sé no he escrito porque por obvias razones mi memoria a enviado a la Papelera de Reciclaje sin consultar.
Así pasó con el turbo...
Mi única fantasía siempre había sido sepso con un desconocido en un lugar público y que además, estuviera lloviendo... No sé, esa intensidad de arrancarse la ropa, solo deseo carnal, sin importar su nombre, el mío, dónde vive, que hace por la vida y todas esas vainas que pocas veces interesan cuando de deseo se trata.
Él tuvo esa plática con mi amiga (o eso creo) porque ahora me esfuerzo un poco por recordar su nombre... Y nada. No recuerdo nada de él.
Sólo recuerdo dos; su espalda y el booster de Hello Kitty en su carro.
Ahhhhh... Y eso.
Podría describir una escena de esas mías, sepsies... de las que prenden la bilirrubina, o una romántica muy a lo Corín Tellado (sino saben quién es, nunca fueron a una sala de espera en los 1990-2000 y se leyeron una Vanidades esperando ser atendidos).
Pero no... Él empezó a bailar Cumbia en mi casa, yo reía sin parar. (Era un bombón, tierrosito, pero bien hecho y yo, yo sólo estaba un poquitito ebria)
Me empieza a besar, mueve lo que estorba... Y allí está encima ... Ni más ni menos.
Me toma de los hombros y me susurra:
-Prepárate amor, viene el Turbo.
Espero, espero, espero...
Escucho ese sonido de Aaaaagghhh, el brinquillo... Él se voltea. Anodada, espero y espero. Y sin más, me duermo.
Así sin más, murieron todas mis fantasías. Sin mentir: Todas.
Nunca pensé una más, nunca más.
Otras veces creo que lo soñé... Pero me parece un sueño tan aburrido y por eso confío que sí sucedió.
26 nov 2014
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