28 sept 2011

Pequeños detalles

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No sé en que momento uno cambia sus gustos y empieza a apreciar los pequeños detalles (o siempre lo ha hecho y no lo había contemplado).

Hoy venía en el bus, él me cayó mal porque casi que tuve que ponerle el bolso en las piernas y gritarle con voz "linda": Permisooooooooooo para que me diera campo en el asiento de la par.

Y así, lo blasfemé en mi cabeza, mientras me sentaba y acomodaba mi barney-bolso en las piernas, estaba haciendo toda la lista de pendientes para el día siguiente y sentía como él metía la cabeza entre lo que yo escribía.

Y de nuevo en mi cabeza, le ponía el papel en la cara y le decía:
Vinee, tome vinee, ENTROMETIDO... Es la lista de pendientes... Y esto, esto es un guión para un cortometraje... ¿Querés actuar? El papel te queda bien.

Y volvía a la realidad, entre risas los que iban de pie, como sardinitas hablaban de meter más gente.

Y así sin más, él sacó de su bolso, unas llaves, y cogió la roja en sus manos... El hecho de que ya fuera preparado para entrar a su casa sin durar mucho buscando las llaves...

¡LO AMÉ!

Así, sin gracia, por ese detalle, lo amé.

Y así, entre risas recordé todas las veces en que en menos de 5 segundos me enamoraba-desenamoraba de un desconocido...

Y recordé...

Enamorarme del flaco que hacía fila a mi lado porque olía a axe de chocolate.
Y desenamorarme de otro, porque se estaba comiendo las uñas.
Enamorarme de aquel, que escuchaba Tool, en unos audífonos Sennheiser.
Y desenamorarme de otro, porque tenía un tic en la pierna y me movía la banca que compartíamos.

Y sí, así podría seguir... ¡Qué ricooooooo, enamorarse y desenamorarse de desconocidos!

1 comentario:

  1. Tenes razon, que bueno era o es enamorarse de una desconocida, en mi caso.

    Me pasó el sabado pasado en el bus y ya ni me acordaba de lo que era enamorarse por un simple hecho de una sonrisa, hace rato no me pasaba.

    Saludos.

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